martes, 9 de febrero de 2016

Primer Sordo de América Latina que hace cumbre en el Aconcagua

Es sordo e hizo cumbre en el Aconcagua en soledad
Ezequiel Ferro es cordobés y, además de su pasión por la montaña, juega al fútbol con la camiseta albiceleste. Ahora busca alcanzar la cima del Everest.

“Pensé en mi mamá, en el sacrificio que hice, en haber sido el primer sordo argentino en lograrlo”. 



Con 32 años, Ezequiel Antonio Ferro se transformó en la primera persona sorda de América Latina en hacer cumbre en el Aconcagua y -en base a su experiencia- podría decirse que también modificó el antiguo refrán que sostiene que “la tercera es la vencida”. Es que la vencida para ‘Eze’ fue la cuarta, tras otras tres expediciones registradas desde enero del año pasado. Para ser más exactos, fue a las 16.30 del miércoles 13 de enero cuando posó sus pies en el techo de América. Y lo hizo en solitario, sin mulas, guía ni porteadores de altura. 

Esta hazaña no marca la primera cumbre que ha alcanzado en su vida, y tampoco será la última. Es que este cordobés -que además integra el seleccionado nacional de futbolistas sordos- tiene en mente una meta más que ambiciosa: hacer las otras cumbres más altas del mundo y convertirse en la segunda persona no oyente en lograrlo a nivel mundial (ya lo logró la estadounidense Heidi Zimmer).

“Más que alcanzar cimas, mi mayor dificultad para conseguir mis objetivos ha sido lo económico. Ahora que he alcanzado la cumbre del Aconcagua, sé cómo es todo el proceso de la experiencia y, con el apoyo de mi amigo cordobés Jerónimo y otro colega suyo (Hugo), podré construir mi imagen y presencia en internet para que la gente sepa lo que hago y me pueda seguir y ayudar. Mi sueño es hacer las otras cumbres del mundo y tengo que comenzar desde lo económico, porque voluntad, físico, mente y equipamiento no me faltan”, destacó Ferro vía mail desde su Córdoba natal.

Jerónimo Guidi y Hugo también son sordos y se han especializado en comunicación, diseño y tecnología. De hecho, el primero de ellos ofició de intérprete entre Los Andes y Ezequiel para poder realizar esta entrevista.

“Antes de emprender el viaje e intentar la cumbre, hubo un montón de gente que intentó desalentarme diciéndome que estaba loco, que era imposible y que no lo iba a lograr. Fueron mensajes muy pesimistas, pero nadie pudo derribar a la gran voluntad de mi espíritu. Porque, además de los poquitos que creyeron y creen en mí, yo soy el primero en hacerlo. Y esa es mi principal fortaleza: mi conexión con los sueños. Con estos desafíos quiero enseñar al mundo que, aún para un sordo o para cualquier persona con alguna adversidad, nada es imposible. Sé que con mis hazañas puedo inspirar a muchos y algunos sienten mi triunfo también como propio”, reflexionó. 

Sin barreras
Ezequiel es sordo de nacimiento al igual que Ariel, su hermano mayor. Ambos se comunican en lengua de señas, aunque también han aprendido y manejan el lenguaje oral. Actualmente, está trabajando como mozo, ayudante de cocinero y lavadero en la escuela de Aviación Militar.
Además, juega al fútbol en la liga regional cordobesa y es parte de la selección argentina de sordos desde 2005.

En su cuarta expedición al coloso de América finalmente consiguió coronar la cumbre y cumplir así una de sus grandes metas. “Hice la expedición en dos etapas diferentes durante diciembre y enero. La primera fue para la aclimatación, con trekking largo, y la hice entre el 21 y el 27 de diciembre.

El primer día salí desde Horcones hasta Confluencia (3.500 metros sobre el nivel del mar), continué por Plaza Francia (4.200 msnm) para regresar a Confluencia y después partir hacia Plaza de Mulas (4.300 msnm). Descansé dos días y después seguí ascendí hasta Cerro Bonete (5.200 msnm)”, recapituló. 

La segunda etapa, aquella que tuvo la cumbre como coronación, la comenzó el 6 de enero. Previamente había regresado a Ciudad para tomarse un día de descanso.  “El 7 llegué a Horcones, y caminé hasta Confluencia, mientras que al día siguiente partí con dirección a Plaza de Mulas. El 10 hice la salida hasta Nido de Cóndores (5.550 msnm) y allí hice otros dos días de descanso”, siguió.

El 12 de enero, comenzando el sexto día de la segunda etapa de la expedición, hizo el primer intento de cumbre. “Salí a las 3 de la mañana para caminar hasta Plaza Independencia (6.400 msnm), pero había mucho viento y tormenta de nieve, por lo tuve que regresar a Nido de Cóndores. El segundo intento lo hice en el séptimo día. Salí a las 4 de la mañana e hice toda la caminata y escalada sin detenerme, hasta hacer cumbre a las 16.30. Fueron 12 horas y media de caminata”, recordó Ferro, quien sumó 16 días entre las dos etapas.

“Cuando estaba en pleno ascenso y me faltaba media hora para llegar a la cumbre, se me cruzó un tucumano que iba bajando tras haber logrado la cima. ‘¡Vamos, vos podés, te falta muy poquito!. ¡Aguantá, aguantá y sos un héroe!’, me dijo. Eso me dio la fuerza que me faltaba, ya que estaba muy cansado. Toda mi fuerza se habían ido el día anterior, cuando hice el primer intento y me sorprendió la tormenta de nieve”, recordó. 

Más allá de darle ribetes heroicos, la osada decisión de encarar el desafío en soledad tuvo su origen en cuestiones económicas. “No podía pagar guías, mulas ni porteadores. Además tenía otros gastos, como el permiso de ascenso (unos $ 3.000). A eso se sumó el alquiler de las botas de grampones y los gastos comunes en comida y otros tipo de abastecimientos. Fueron entre 8.000 y 10.000 pesos los que gasté en total”, continuó.

En lo que se refiere a preparación, Ezequiel dedicó todo un año al entrenamiento físico y mental, aunque con actividades que eran parte de su rutina diaria. “Hacía natación y gimnasio dos veces por semana, y todos los fines de semana tenía (y sigo teniendo) entrenamientos con la selección argentina en el predio de la AFA. Fui a trabajar 4 veces caminando desde Salsipuedes hasta la ruta 20, donde está la Fuerza Aérea (unos 40 km en total) y otras 5 veces hice ese camino en bicicleta. Cada vez que encuentro tiempo libre, salgo a trotar o hacer ejercicios”, continuó con humildad. 

Mucha experiencia
El cerro cordobés Los Gigantes (2.400 msnm) fue el bautismo de Ferro en el montañismo y el escalismo. Fue en 2006 y Santiago García (también cordobés y uno de los andinistas sordos pioneros del país) tuvo mucho que ver. De hecho, hasta la nueva marca de Ferro, García era el andinista sordo que más alto había llegado en el país (hasta Plaza de Mulas). 

“Él fue como mi mentor, mi iniciador. Me hizo descubrir este mundo y la pasión andinista. Desde entonces, escalé unas 8 veces al mismo cerro y seguí con el Uritorco que lo hice entre 9 y 10 veces. Esta aventura de escalar cerros locales la completé con el cerro Champaqui con otras 6 escaladas”, destacó.

En enero del año pasado se animó a pensar en grande y fijó la cima del Aconcagua como nueva meta. Entre la primera visita y la coronación de la cumbre también volvió al Coloso de América para la Semana Santa del año pasado, junto a su hermano Ariel.

“Amo los desafíos de aventura donde se respira la adrenalina y se siente lo extremo. Me encanta la ‘conquista’ de lo imposible. Y la cima del Aconcagua me despertó un fuerte llamado a realizar esa proeza. Disfruto de todo esto con mucha emoción y felicidad. Lo hice en varios paisajes camino a la cumbre e incluso lloré en la cima cuando la alcancé. Al descender, estuve una hora llorando de la emoción, con brotes de alegría y todas las imágenes mentales. Pensaba en mi mamá, en todo el sacrificio que hice, en haber sido el primer sordo argentino en lograrlo y hasta en armar una fiesta”, confesó.

Habiendo cumplido el gran objetivo que se había fijado, lejos está de considerarse satisfecho. “Obviamente sueño escalar el Everest (8.848 msnm) como el desafío máximo, pero antes también me gustaría intentar las 7 cumbres. Además cada año voy a seguir escalando el Aconcagua como parte del entrenamiento”, sostuvo. 



Techo de América- Cerro Aconcagua 6962 mtrs
Posted by Ezequiel Antonio Ferro on viernes, 22 de enero de 2016





Un futbolista de Selección

Además de ser un amante de la montaña, Ezequiel Ferro (32) tiene otro gran amor: el fútbol.

Desde 1997 juega semi profesionalmente -en clubes de oyentes y no oyentes- y en 2005 fue convocado por primera ver para jugar con la celeste y blanca (en la selección de sordos), equipo que integra. “Ahora estoy en la pre selección y nos estamos preparando para el mundial de Italia, que se jugará este año. Aún no está confirmada Argentina y estamos esperando que se libere alguna plaza con la baja de otra selección.

En setiembre tenemos el Panamericano de Sordos en Venezuela y en 2017 las Olimpíadas en Turquía. Son casi 12 años de convocatorias. Empecé jugando como delantero extremo, aunque más adelante me cambiaron a defensor lateral. Y con el paso de los años, me retrocedieron hasta defensor central”, resumió.

A nivel equipo, integra el equipo OCS (Organización Cordobesa de Sordos), aunque por el momento sólo participan en la liga regional de Sordos. También estaba jugando en un equipo de jugadores oyentes, aunque tuvo que dejarlo por falta de tiempo. “Entre la disciplina que jugamos nosotros y el fútbol de los oyentes no hay diferencias, excepto que no escuchamos el silbato del árbitro y nos tienen que llamar por señas o levantar la banderita. Pero el reglamento es igual”, destacó.

Además de escalismo y fútbol, también ha practicado buceo, paracaidismo, rafting, ping pong y slackline.



Diario de viaje

El andinista cordobés -con ayuda de su amigo Jerónimo Guidi- ha confeccionado un diario de viaje con la crónica detallada del itinerario que lo llevó a lo más alto de América.

-Facebook: Ferro Ezequiel - Pasión con altura y facebook.com/ezequielantonio.ferro

-Canal en Youtube: Ferro Ezequiel - Pasión con altura